La producción de hortalizas se basa normalmente en el uso intensivo del suelo, de rotaciones cortas y con pequeños períodos de descanso entre cultivos. En muchos casos no se logra tener toda el área disponible en cultivo en una misma estación existiendo superficies en barbecho que se pueden enmalezar. El excesivo laboreo incluye el uso de implementos que causan un gran deterioro del suelo favoreciendo la disminución en la infiltración, y aumento del encostramiento. En áreas de fuerte pendiente se incrementa la erosión y el lavado de los nutrientes. En este escenario es que se inicia el espiral descendente en los niveles de rendimiento y calidad del suelo. El cultivo de hortalizas en suelos deteriorados produce un menor desarrollo y vigor de las mismas, estando más expuestas al ataque de plagas y de enfermedades. Para mantener el nivel productivo de esos predios es necesario un mayor uso de agroquímicos, en desmedro del medio ambiente, en una pérdida en la sustentabilidad de la producción y un incremento en los costos.
